Vis-à-vis. Tenerani Spina. Dialogo in immagini

Dos artistas distantes en el tiempo, pero unidos por sus estudios sobre la figura humana, en un diálogo que permite admirar de un modo nuevo las esculturas de Tenerani, muchas de las cuales nunca se habían expuesto antes, de las que las evocadoras fotografías de Spina -un díptico para cada retrato- realizadas en película en blanco y negro e impresas personalmente, ponen de relieve detalles que a veces escapan incluso a los observadores más atentos.

Un itinerario entre escultura y fotografía que no sólo permite valorizar uno de los núcleos más importantes del Museo de Roma, como es la gipsoteca de Tenerani, sino que también ofrece la oportunidad de admirar de cerca la investigación fotográfica de Luigi Spina, realizada sobre retratos de nobles, intelectuales, artistas y religiosos, todos ellos en el centro de la sociedad romana de mediados del siglo XIX, de la que Tenerani fue un destacado exponente.

Una sección que volverá a la realidad gracias a las fotografías de Spina, autor de un gran número de estudios que tienen siempre el mismo elemento común, la investigación de la belleza y la perfección, en todos los ámbitos, pero especialmente en la escultura, como demuestran sus últimos trabajos, que se podrán ver a partir del 29 de junio en el Museo de Arqueología de Cataluña, en la exposición Els Bronzes de Riace. La mirada artística de Luigi Spina.

LA EXPOSICIÓN
Uno de los núcleos más significativos del Museo di Roma es sin duda la colección de yesos Tenerani, ubicada originalmente en la galería diseñada por Carlo, el único hijo del escultor, en Via Nazionale.

La colección incluye modelos, dibujos y estudios, testigos de toda la producción artística del escultor, y debe contarse entre los mayores ejemplos de colecciones de vaciados en yeso del siglo XIX, junto con las de Canova en Possagno y Thorvaldsen en Copenhague.

Para valorizar ulteriormente la gipsoteca, una selección de la cual ya está presente en el recorrido del museo, se creó la exposición Vis-à-vis, que presenta veinticinco retratos en yeso de Tenerani en comparación con las imágenes -un díptico para cada retrato- que Luigi Spina, gran intérprete de la fotografía de arte contemporáneo, ha creado a partir de ellos.

Un escultor que murió en 1869 y un fotógrafo que nació prácticamente un siglo después, en 1966, son los dos artistas protagonistas de esta exposición, con medios de expresión diferentes y distantes en el tiempo, unidos por su investigación sobre la figura humana: un diálogo entre un escultor capaz de plasmar en yeso los más mínimos detalles de un rostro y un fotógrafo capaz, a través de la luz, de resaltar esos detalles.

Para una elección más precisa, entre los alrededor de ciento cincuenta retratos de Tenerani conservados en las colecciones del Museo di Roma, la exposición no presenta los de las personalidades más ilustres, como reyes, emperadores o pontífices, sino que ha optado por presentar una serie de retratos que cuentan la historia de la articulada sociedad romana de mediados del siglo XIX.

Se trata de personajes de las familias nobles de la ciudad, patrones extranjeros, hombres y mujeres, vestidos de forma clásica, moderna o con el torso desnudo, en bustos o en forma de hermas. Con muchos de ellos Tenerani mantenía relaciones amistosas; para otros, el simple hecho de ser retratados por él representaba la consecución de un elevado estatus social. De muchos de los retratados se narran en la exposición historias personales, a menudo a través de relatos de época.

Con los personajes de Tenerani, Luigi Spina ha conseguido establecer una relación directa, en un diálogo a través de imágenes en el que la luz se convierte en fuente de expresión y al mismo tiempo en herramienta para conocer las obras, ya que en las fotografías se captan detalles de las esculturas que de otro modo serían difíciles de ver.

Realizadas en película en blanco y negro e imprimidas manualmente por artesanos, jugando con una refinada gama de grises, las fotos de Spina se caracterizan por un fuerte impacto tridimensional, que acentúa el componente emocional de cada personaje.

En la primera planta del Palazzo Braschi, los retratos de Tenerani se disponen frente a las imágenes de Luigi Spina, en un recorrido en el que se dividen por temas.

Al comienzo de la exposición, después de un autorretrato del maestro de Carrara, tres bustos realizados en 1850 muestran la sociedad intelectual y artística de ese preciso momento histórico; les siguen una serie de retratos de miembros de la nobleza romana e internacional y, a continuación, tres bustos destinados a monumentos funerarios dan vida a un Spoon River ideal representado por Tenerani.

Junto a los bustos de los hombres de Estado australiano Charles Wentworth y mexicano José Gutiérrez de Estrada, ejemplos de los encargos que también llegaron al escultor desde ámbitos culturales alejados de Europa, se presenta un grupo de protagonistas de los salones culturales italianos e internacionales de mediados del siglo XIX, desde Zenaide Wolkonsky a Carlotta Lenzoni y Leonilla Bariatinsky, la única de las personalidades de la exposición que ha conocido el siglo XX.

Al final del itinerario, un núcleo de retratos realizados a lo largo de casi medio siglo de actividad, para permitir al visitante captar las diferentes almas del maestro toscano, que Luigi Spina, con la sensibilidad que caracteriza su producción artística desde hace más de veinte años, ha sabido sacar a la luz.